La Iglesia que Jesús queria

La teología crítica ha preguntado, desde hace bastante tiempo y con insistencia, si el Jesús histórico fundó realmente una iglesia. Y se llega una y otra vez a la conclusión de que la pregunta está mal planteada. Lo diremos con palabras rotundas: Jesús no podía fundar una iglesia, pues ésta existía ya mucho antes de que Jesús apareciera en Palestina. Esa iglesia era el pueblo de Dios, Israel. Jesús se dirige a Israel. Quiere reunirlo ante la inmediata irrupción del Reino de Dios, y hacerlo verdadero pueblo de Dios. Lo que llamamos iglesia no es sino la comunidad de aquellos que están dispuestos a vivir en el pueblo de Dios congregado por Jesús y santificado por su muerte. Desde esta perspectiva no tiene sentido preguntar si Jesús fundó formalmente la iglesia. Es, en cambio, extraordinariamente interesante preguntar cómo congregó Jesús a Israel y cómo concibió la comunidad del verdadero Israel. Precisamente entonces nos hallamos ante la pregunta verdaderamente decisiva: ¿Qué rostro debería tener hoy la iglesia?

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